Proyecto de alta tensión

Un equipo conquistó un clima extremo y el apoyo de la comunidad para construir una gran línea eléctrica en Canadá

FINALISTA DEL PROYECTO DEL AÑO DE PMI® 2020

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FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE ALBERTA POWERLINE

La línea del deber

2013: El operador del sistema eléctrico de Alberta anuncia el proyecto Fort McMurray.

Diciembre de 2014: Alberta PowerLine (APL) gana la licitación.

2015: El equipo de APL comienza la planificación detallada de la ruta y la evaluación del impacto en las comunidades y el medio ambiente.

2017: Comienza la primera temporada de construcción.

2018: Comienza la segunda y última temporada de construcción de invierno.

Marzo de 2019: Se pone en marcha el proyecto de transmisión, tres meses antes de lo programado.

Diciembre de 2019: Comunidades indígenas compran el 40% de la propiedad de la línea de transmisión.

Hace siete años, los líderes de gobierno de Alberta, Canadá, se comprometieron a dar un gran paso para abordar las necesidades energéticas de la creciente provincia. La línea de transmisión resultante, la más larga de su tipo en el país, aumentaría la eficiencia de la red y reduciría los costos de transmisión.

Era bastante pedir. El equipo del proyecto tendría que superar condiciones ambientales duras e impredecibles. Y además, interactuar respetuosamente con decenas de comunidades indígenas a lo largo de los 508 kilómetros (316 millas) que recorrería la línea de alto voltaje desde Wabamun (al oeste de Edmonton) hasta Fort McMurray.

El operador del sistema eléctrico de Alberta adjudicó el contrato a Alberta PowerLine (APL), una alianza público-privada (PPP) entre el proveedor de servicios públicos del área, ATCO, y Quanta Services, una empresa de infraestructura de EUA. La exhaustiva oferta de APL sentó las bases para el éxito.

“Llegamos con un plan muy detallado desde el primer día, y toda esa planificación nos permitió hacer una oferta confiada y enérgica para el proyecto”, relata Paul Goguen, Vicepresidente Senior de Desarrollo de Proyectos de ATCO en Edmonton, Canadá.

No había espacio para errores. El equipo acordó entregar el proyecto de CAD 1.600 millones el 27 de junio de 2019. Una vez terminada, la línea de transmisión de 500 kilovoltios sería el mayor proyecto de servicio eléctrico de una PPP en la historia de Canadá.

UN GRAN COMPROMISO

La fase de planificación giró en torno a priorizar las necesidades de la comunidad. El equipo debía finalizar la ruta y obtener las aprobaciones regulatorias, lo que requería de un entendimiento profundo con el público, en particular con las comunidades indígenas cercanas a la ruta de la línea, una antigua prioridad para ATCO.

“El proyecto nos presentó una oportunidad única para fortalecer aún más nuestras relaciones con los clientes y las comunidades a las que servimos”, afirma Craig Shutt, PMP, Gerente de Proyectos de Transmisión y Electricidad de ATCO.

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FOTOGRAFÍA DE JASON FRANSON

Quyen Nguyen y Craig Shutt, PMP

—Craig Shutt, PMP, ATCO

Para desarrollar un plan de participación detallado que redujera las sorpresas para los interesados, el equipo tuvo que estudiar la forma en que la ruta potencial podría tener un impacto negativo en las comunidades y el medio ambiente. Durante la fase de planificación, APL llevó a cabo unas 3.000 reuniones con propietarios de tierras y comunidades indígenas y entró en conversaciones con miembros de 27 comunidades indígenas. Las reuniones variaron desde asambleas públicas a gran escala hasta conversaciones personales entre los miembros de la comunidad y los encargados de relaciones con los propietarios de tierras y los indígenas del equipo del proyecto.

“Hacíamos asambleas públicas donde los miembros de la comunidad iban a expresar su preocupación por la construcción de la línea cerca de sus casas”, relata Goguen. “Nos sentamos con ellos y los escuchamos e integramos sus comentarios en la planificación”.

Consultar la opinión de las comunidades indígenas ayudó al equipo a obtener un conocimiento vital sobre la tierra, su historia y su vida silvestre, todo lo cual les permitió adaptar su plan. Un encuentro en el lugar con ancianos indígenas derivó en la reubicación y preservación de plantas con valor medicinal a lo largo de la ruta. Gracias a la comunidad, el equipo también se enteró de que los cruces de ríos normalmente contenían artefactos arqueológicos. Entonces, en esos puntos de la construcción, los trabajadores recurrieron a miembros de la comunidad indígena para que les proporcionaran información valiosa sobre lo que descubrían.

Obtener la aceptación de los interesados indígenas implicó mucho más que escuchar sus opiniones. El equipo otorgó contratos por un valor de CAD 85 millones a empresas relacionadas con indígenas para proyectos como la construcción de carreteras de hielo y la limpieza de terrenos para la línea. Además, el equipo contrató directamente a miembros de la comunidad para que ayudaran a construir la línea.

El plan de protección ambiental permitió limitar el impacto negativo del proyecto en los hábitats de los animales, incluidos peces y caribúes. Si bien el equipo no pudo evitar que su paso afectara a los caribúes, hizo uso de las perturbaciones en la línea existente siempre que fue posible, dejó intactas grandes secciones de vegetación a lo largo de la ruta para que los caribúes pudieran ocultarse de los depredadores e implementó métodos de gestión del trabajo para garantizar que los trabajadores evitaran el contacto o la interferencia con ellos.

CÓMODOS EN EL FRÍO

La ventana de construcción fue en realidad mucho más corta que los dos años que la Comisión de Servicios Públicos de Alberta le concedió a APL para construir la línea. Gran parte del trabajo debía llevarse a cabo durante los meses más fríos. Tres cuartas partes de la línea debían construirse sobre un tipo de pantano conocido como muskeg, un trabajo que solo podía hacerse cuando el terreno pantanoso estaba congelado para que el equipo pesado pudiera atravesarlo sin dañar el muskeg o sin hundirse en él.

Las gélidas temperaturas del norte de Alberta, que plantean un desafío extremo para la mayoría de los equipos, en realidad se convirtieron en una ventaja para APL. “Para acceder al área de forma segura y minimizar el impacto ambiental, tuvimos que esperar hasta que el área estuviera congelada por un largo período de tiempo”, relata Shutt.

APL se aseguró de que el plan definiera claramente los requisitos y riesgos relacionados con el clima, y los contratistas aceptaron asumir la responsabilidad y los riesgos de su propio trabajo. Eso permitió que el equipo financiara el proyecto a una tasa más baja y “contribuyó a reducir el riesgo de ejecución general del proyecto”, afirma Shutt.

De todas formas, el equipo sabía que no podía controlar ni predecir el clima con precisión. “Era posible que hiciera mucho frío y que solo pudiéramos trabajar hasta abril. O quizás solo podríamos trabajar hasta febrero”, señala Quyen Nguyen, Vicepresidente de Proyectos y Construcción de ATCO.

Al desarrollar un plan de contingencia, el equipo pudo ajustar en qué momento y en qué secuencia realizaría las actividades de construcción. Las reuniones diarias les permitieron revisar cómo los pronósticos meteorológicos afectarían el plan de construcción. En condiciones climáticas ideales, los líderes del proyecto podrían incorporar rápidamente más recursos y equipos para compensar los retrasos inevitables que habría más adelante.

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FOTOGRAFÍAS CORTESÍA DE ALBERTA POWERLINE

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A veces, simplemente hacía demasiado frío. Durante un período de dos semanas en diciembre de 2017, la temperatura bajó a -40 grados Celsius (-40 grados Fahrenheit) y hubo vientos de 30 a 50 kilómetros (19 a 31 millas) por hora, condiciones demasiado peligrosas para los trabajadores. “Esas dos semanas retrasaron todo”, relata Nguyen. Al año siguiente, el equipo se encontró con el problema opuesto: el clima cálido comenzó antes y el hielo empezó a derretirse a fines de febrero.

En cada caso el equipo recurrió a su plan de contingencia para adelantarse al cronograma cuando las condiciones del tiempo lo permitían. “Todo se basó en una buena planificación de ingeniería, adquisiciones, materiales y personal”, afirma Shutt.

El cronograma también se benefició de una torre de transmisión especialmente diseñada. Para erigir las torres lo más rápido posible, de modo que las tripulaciones de los helicópteros pudieran tender la línea entre ellas, el equipo ideó un diseño de torre atirantada en V que nunca antes se había utilizado en Alberta. El diseño atirantado en V utiliza entre un 40 y un 50% menos de acero que una torre autoportante tradicional. Gracias a su peso más ligero, la torre podía armarse completamente en el suelo y luego elevarse e instalarse en una sola pieza. Las torres tradicionales requieren múltiples elevaciones.

Antes de instalar las torres atirantadas en V, el equipo lanzó un proyecto piloto en 2016 para construir y erigir una torre, y probarla al 150% de su capacidad. El equipo determinó que el diseño permitiría construir e instalar las torres de forma más rápida sin presentar riesgos de seguridad. Como resultado de la prueba, el equipo de APL instaló hasta 20 torres atirantadas en V en un solo día. De otro modo, habrían tardado un día y medio en instalar solo una torre tradicional. De las 1.368 torres del proyecto, 1.182 fueron atirantadas en V. “La torre atirantada en V fue uno de los principales factores que nos permitió terminar la construcción en solo dos temporadas de invierno”, sostiene Shutt.

Al adoptar todos esos pivotes, el equipo energizó la línea de transmisión en marzo de 2019, dentro del presupuesto y tres meses antes de lo programado.

COMPLETAMENTE CARGADA

En el transcurso del proyecto de Fort McMurray, los equipos de ATCO y Quanta se beneficiaron de la estrecha colaboración que había entre ellos. Puesto que ambas organizaciones ya se habían asociado en proyectos de infraestructura anteriores, pudieron aprovechar las lecciones conjuntas aprendidas, como la forma de lidiar con el muskeg y cómo tender la línea eléctrica utilizando helicópteros en temperaturas de -34 grados Celsius (-29 grados Fahrenheit).

Energía transformadora

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El proyecto también favoreció el deseo de ATCO de fortalecer a las comunidades indígenas. En diciembre de 2019, siete comunidades indígenas compraron una propiedad combinada del 40% de la línea, y el resto la compró un consorcio comercial. “Desde nuestra perspectiva, incorporar a las comunidades indígenas fue el aspecto crucial de un proyecto muy exitoso”, afirma Goguen.

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—Paul Goguen, ATCO

Con ATCO operando la línea durante los próximos 35 años, el norte de Alberta y sus crecientes industrias disfrutarán de electricidad confiable durante décadas.

“Con esta línea eléctrica le demostramos al mundo que los grandes proyectos de transmisión eléctrica son más que simples torres de acero”, señala Nguyen. “Pueden generar grandes transformaciones al conectar a los clientes con energía segura, confiable y asequible, y a la hora de allanar las diferencias socioeconómicas en las comunidades indígenas”. PM

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