National Wildlife Census: Por generar datos confiables para salvar los animales de Kenia —y de paso, el sector del turismo

2021 MIP #29

Los rinocerontes, leones, ñúes y leopardos que deambulan Kenia no solo son majestuosos, significan un flujo de ingresos capaz de entregar grandes beneficios económicos. El turismo aporta un 8% al PIB de Kenia. Pero la caza furtiva, el cambio climático y la explosión demográfica están poniendo en riesgo muchos de los animales más conocidos del país, además de su crecimiento económico. Por ello, tres agencias gubernamentales están lanzando el primer censo sistemático del país este año; un proyecto de tres meses y USD 2,3 millones para hacer un mejor seguimiento del hábitat de las especies más amenazadas de Kenia y obtener perspectivas y estrategias sobre la conservación de algunas de sus 25.000 especies.

Al establecer una base de datos nacional de vida silvestre y crear un marco repetible para los recuentos futuros de animales, el equipo busca impulsar el turismo y establecer pautas para volver a desarrollar sectores del país. La población de Kenia se ha sextuplicado en las últimas décadas, lo que ha conducido a un aumento en la demanda de tierras para satisfacer las necesidades residenciales, de infraestructura y de la agricultura.

“Kenia había realizado censos de vida silvestre antes, pero solo para especies clave como elefantes y rinocerontes, que se han visto afectadas por el comercio ilícito y la caza furtiva por su marfil y los cuernos de rinoceronte, pero nunca hemos emprendido un censo con coordinación a nivel nacional de todos nuestros recursos de vida silvestre”, comentó Patrick Omondi, PhD, Director del Instituto de Investigación y Capacitación sobre Vida Silvestre.

El COVID-19 ayudó a poner al gobierno en acción. Los cierres de frontera producto de la pandemia impidieron que los turistas pagaran por ver elefantes, jirafas y otras formas de vida silvestre en libertad. Los problemas económicos resultantes provocaron un aumento de la caza furtiva de carne de animales silvestres de especies como la gacela de Thomson y los dicdics (madoquas), y la caza furtiva comenzó a evolucionar hacia la comercialización, agregó Omondi. Además, los humanos iniciaron actividades agrícolas y se establecieron en sectores donde previamente habitaban los animales.

Lanzar un censo fue la única manera de medir el impacto realmente. El equipo de Omondi, trabajando en conjunto con el Ministerio de Turismo y Vida Silvestre y el Servicio de Vida Silvestre de Kenia, como así también con algunas organizaciones de conservación privadas, buscaron establecer un recuento comparativo de especies clave terrestres, marinas y de agua dulce en el país, especialmente de las especies objetivas que se encuentran tan amenazadas como los grandes rinocerontes.

La iniciativa resultaba abrumadora, por decir lo menos. El equipo de aproximadamente 100 personas utilizó cámaras trampa, aeronaves ligeras, helicópteros, embarcaciones y vehículos todoterreno para recorrer aproximadamente 360.000 kilómetros cuadrados (138.997 pies cuadrados), o cerca de 60% del país. El área de estudio abarcó los 58 parques nacionales y reservas del país, además de áreas de conservación privadas y comunitarias.

En las áreas exploradas por aeronaves livianas, los líderes del proyecto dividieron las áreas de estudio en transectos de hasta 600 kilómetros cuadrados (232 millas cuadradas). Los pilotos volaban hasta 6 horas diarias a baja altitud para que los sensores a bordo pudieran detectar la vida silvestre, registrarla y documentar las coordenadas de GPS de cada animal detectado. En los ecosistemas más grandes como Tsavo, había hasta 15 aviones en el aire al mismo tiempo, lo que exigió intensas labores de coordinación en tierra para no contar dos veces un mismo animal.

“Era como tener un centro de control aéreo en medio de los matorrales”, relató Omondi.

En agosto, los resultados del primer censo revelaron 14 especies en peligro a nivel nacional, incluidas 5, como el rinoceronte negro, en peligro crítico de extinción. Estos datos ayudarán a las autoridades de vida silvestre a desarrollar políticas de conservación para mejorar la conservación y la gestión de los recursos de vida silvestre en Kenia, estudiar cómo el cambio climático está afectando sus hábitats y patrones de migración, y ayudar al gobierno central y a las autoridades locales a planificar proyectos de infraestructura para mitigar el daño a la vida silvestre.

Ahora Kenia ha planificado realizar el censo cada tres años. Omondi indicó que, en el futuro, el equipo necesita invertir en tecnología, como drones e inteligencia artificial que son más aptos para realizar censos en áreas más pequeñas como los santuarios de rinocerontes, y cámaras con sensores térmicos que pueden utilizarse desde el aire para identificar animales en áreas densamente cubiertas de vegetación.

“Solo se puede gestionar mejor lo que conoce”, dijo Omondi. “Ahora que sabemos dónde están los animales y cuántos de ellos hay, anticipamos que haremos una mejor planificación para asegurarnos de mejorar la conservación de la vida silvestre en Kenia”.

En peligro

El Censo Nacional de Vida Silvestre calculó cuáles especies se encuentran en mayor riesgo.

EN PELIGRO CRÍTICO

Rinoceronte negro: 897

Hirola: 497

Antílope ruano: 15

Antílope sable: 51

Mangabeye del río Tana: 1.650

EN PELIGRO

Bongo: 150

León: 2.589

Chita: 1.160

Sitatunga: 473

Rinoceronte blanco: 842

Elefante: 36.280

Cebra de Grévy: 2.649

Perro salvaje: 865

Jirafa de Nubia: 768

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Fuente: Servicio de Vida Silvestre de Kenia

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