Cat Huang llegó a Harvard decidida a convertirse en doctora, estudió biología molecular diligentemente y realizó investigaciones sobre moscas de la fruta, hasta que vio hablar al arquitecto escandinavo Bjarke Ingels en 2007. Su visión de resolver problemas ambientales y sociales a través del diseño la hizo sentirse profundamente identificada. Antes de que Ingels regresara a Dinamarca, Huang lo había convencido de aceptarla como pasante en su empresa BIG (Bjarke Ingels Group). A los pocos meses se mudó a Copenhague y, 10 años más tarde, ascendió a socia de pleno derecho de la firma.
Durante ese tiempo, Huang ha sido reconocida por aplicar métodos científicos sostenibles al entorno construido. “Para mí, la arquitectura es resolver problemas y las soluciones son formas que responden a necesidades de escala urbana y humana”, sostiene.
Huang utiliza la resolución iterativa de problemas para llevar las estrategias de diseño convencionales hacia nuevas direcciones. Cada proyecto comienza con una fase de investigación donde los diseñadores exploran los antecedentes históricos, geográficos y culturales del lugar, y luego utilizan esa información para aportar ideas sobre la mejor solución. “Todo gira en torno a una hipótesis, y la investigación y la evidencia que la respalda”, afirma.
Para la Residencia Dortheavej en Copenhague, Huang ayudó a transformar un proyecto de viviendas de bajo presupuesto en un complejo modular de casas luminosas y amplias dispuestas como tablero de ajedrez, con enormes ventanas y techos de 3,5 metros (11,5 pies).
“Al ser inteligentes en el proceso de diseño, logramos crear un sistema para tener techos altos en los espacios habitables por un pequeño costo adicional, y de pronto las viviendas sociales comenzaron a parecer bastante lujosas”, relata. “Para mí, influir significa demostrar que algo improbable es posible de hacer y, más que eso, se puede tomar como un precedente para que lo improbable pueda convertirse en algo común”.
Cuando Huang ayudó a diseñar una nueva sede para Shenzhen Energy Co. de China, entregó un rascacielos con una fachada ondulada y plisada. El diseño de energía ultraeficiente ofrece vistas magníficas y además, reduce en un 30 % el consumo de energía del edificio. Estos proyectos también demuestran que los líderes de proyecto “pueden aspirar a soñar en grande para el mundo que nos rodea”, señala. “Podemos encontrar nuevos paradigmas y definir nuevos estándares”.
Pero Huang también debe asegurarse de que los interesados sigan comprometidos con producir un cambio ambiental real. Eso significa priorizar el diseño sostenible desde el inicio de cada proyecto, y centrarse en cómo y dónde se construye y en cómo se utilizará a largo plazo.
“Además de las invenciones tecnológicas, debemos comenzar con los principios iniciales correctos: buena elección de materiales, planificación y orientación futuras”, agrega.
¿Su consejo para la próxima generación de líderes de proyecto? “Debemos soñar en grande”, sostiene. “Y saber cuándo ser un poco obstinados”.
A la izquierda, la sede de Shenzhen Energy Co. en China. Abajo, la Residencia Dortheavej en Copenhague, Dinamarca
¿Cómo cambió la pandemia su forma de dirigir proyectos?
La pandemia catalizó un cambio en nuestro comportamiento colectivo. Todos tuvimos que aprender a trabajar juntos, pero separados. El mayor desafío fue encontrar una forma de replicar la eficiencia de acercarse a un colega para aclarar un plano o detalle al instante.
¿Qué es lo primero que revisa cada mañana?
No deja de sorprenderme cómo el teléfono se ha convertido en una extensión de nosotros mismos. Es increíble y algo atemorizante cómo se ha apoderado de mi vida. Mi correo electrónico es un goteo intravenoso, siempre en segundo plano y más bien incómodo cuando está desactivado. Supongo que por eso trato de no revisar nada antes de tomar mi primer café. Si puedo dármelo, ese período de 1 o 2 horas de tranquilidad me ayuda a centrarme.